Conservación

¿Qué es el Zamak?

El zamak es una mezcla de aleación de zinc, aluminio, magnesio y cobre que se sumerge en plata. Debido a sus propiedades de alta calidad, fácil de fundir, permite la creación de piezas únicas. Al no llevar níquel entre sus componentes, el zamak se convierte en un material completamente hipoalergénico, apto para uso diario y para todo tipo de pieles.

Una de las principales ventajas del zamak frente a otros materiales, como puede ser la plata, es que no se ensucia. Con el paso de el tiempo puede perder algo de brillo, pero limpiando las piezas de zamak con regularidad y mediante las técnicas adecuadas es muy fácil conservar el brillo durante muchos años. Para limpiar el zamak solo es necesario lavar las piezas con jabón neutro, o con agua y un limpiacristales, y secarlas bien a posteriori.

La forma en la que almacenamos nuestros abalorios de zamak también es muy importante para conservarlos correctamente: debemos guardarlos en un lugar fresco y seco para evitar que el contacto de la luz y el aire deterioren las joyas.

El zamak es un material resistente y duradero, pero determinadas condiciones atmosféricas pueden provocar o acelerar su oxidación, por lo que no basta con limpiar las joyas regularmente, sino que es necesario también cuidar el entorno en el que se encuentran. El lugar ideal para guardar la bisutería de zamak, pues, sería dentro de bolsas de organza o celofán para prevenir su deterioro al contacto con el aire. Las joyas de zamak son muy agradecidas, en el sentido de que, siempre que se utilicen, su brillo y su aspecto permanecen intactos. Son los largos períodos de desuso y almacenamiento los que pueden hacer que el zamak adquiera un tono más oscuro y pierde lustre.

Además de limpiar las piezas de zamak con regularidad y almacenarlas en lugar adecuado, es también aconsejable que se utilicen a menudo o que no se deje pasar demasiado tiempo entre un uso y otro.